Hoy te escribo a ti,
	
		
Hoy te canto a ti
	
		
Hoy te hablo a ti
	
		
Haciendo de tus piernas
	
		
A ti mujer entera
	
		
Hoy te invoco a ti
	
		
Hazte dolor de todos los impasibles
	
		
¡No existen los miedos!
	
		
Mírate frente al espejo
	
		
Ábrete todas las puertas de par en par,
	
		
Perdónate por todas esas veces en las que te llegaste tarde
	
		
Hoy te escribo a ti
	
	mujer libre y voraz,
	que levantas el vuelo a pesar de no tener alas,
	pero si cadenas que te encarcelan
	a esta sociedad inepta intentando hundirte entre la mierda.
	¡No lo conseguirán!
	Tienes un alma tan fuerte como el titanio indeleble,
	indeformable.
	Por las venas te corre
	la revolución, invicta,
	solapada a tus heridas,
	emanando de ti,
	sin nada que la pare.
	¡Tu lucha es el consuelo de los tristes!
	Levántate y mira al frente
	¿ves todo ese desastre?
	Persiste y no desistas, (jamás)
	la noche y la calle son tuyas,
	alúmbralas.
	En ti reside el eco de todas las voces
	que tapiaron de mudas,
	por miedo a oír la verdad.
	Déjales que se mientan
	no hacen más que incrementar la pena
	condenándose perpetuos culpables
	del crimen de sentenciar
	a muerte (estando viva)
	a una mujer.
	 
		¡Salvémonos!
	Hoy te canto a ti
		mujer de mil lugares
	
		que unes tu voz junto a la mía
	
		haciéndola himno de un país perdido,
	
		a ti que tu sonrisa camina de la mano
	
		con las miles que ahora mismo te esperamos. (impacientes) Al unísono.
	
		Vamos a hacernos oír
	
		que nos vean resurgir de las cenizas
	
		en las que quisieron consumirnos,
	
		seamos la llama viva
	
		de las que siendo fuego,
	
		se quemaron.
	
		Y a pesar de ello sonrieron,
	
		iluminándonos.
	
		Desafiemos en el canto
	
		al tacto rasposo y agonizante
	
		que quiere extinguirnos.
	
		Seamos la caricia dulce
	
		de todos los que en la piel
	
		llevan marcado el auxilio
	
		de si mismos,
	
		marionetas
	
		a merced de un movimiento asesino.
	
		Y a ver qué se les ocurre
	
		cuando el crimen llame a su puerta y les pregunte
	
		y tengan como coartada nuestras manos
	
		completamente estranguladas y sin vida.
	
		¡No morimos!
	
		Nos abandonan en cualquier trinchera
	
		de una guerra que no es la nuestra,
	
		matándonos, sin escrúpulos.
	Hoy te hablo a ti
		mujer alegre y danzante
	
		que reivindicas tu existencia
	
		en este baile de sonrisas eternas
	
		que regalas al mundo
	
		como método cicatrizante.
	Haciendo de tus piernas
		un páramo de placer y calor
	
		que sucumbe los desastres.
	
		Sanando todo tipo de males.
	A ti mujer entera
		que llevas el sentimiento
	
		por bandera
	
		de ser una (en miles)
	
		y que defiendes como fiera
	
		la única verdad ineludible,
	
		de que existes y eres libre.
	
		¡Haz lo que seas!
	
		Y expande tu amor por toda la tierra
	
		sembrando los campos
	
		de tantos pétalos como síes
	
		llenándonos los labios
	
		de un siempre
	
		que nunca se rinde.
	
		Dándonos la oportunidad para querernos como tales
	
		por todas esas veces
	
		que el no cerró la puerta y tiró la llave.
	Hoy te invoco a ti
		mujer de mil amantes,
	
		madre de hijos robados,
	
		hermana de heridas internas,
	
		hija de mil perdones
	
		abuela en nuevas costumbres
	
		vecina de llantos a solas,
	
		des- conocida de manos ahorcadas,
	
		víctima de un tiempo que ahoga
	
		tensando la soga que no aprieta
	
		asfixiándonos en el olvido.
	
		¡Ni una menos!
	
		Saca todo el coraje de tus ruinas
	
		y levántate, como si nunca hubieses conocido la derrota,
	
		edifícate en cada latido sordo
	
		y vuélvete eco penetrante,
	
		para que sepan lo que escuece una cicatriz
	
		que nunca termina de cerrarse.
	Hazte dolor de todos los impasibles
		y condénalos a sentirte en lo más hondo
	
		de su alma, cóseles la boca y ahógalos
	
		en su propio llanto (mudo)
	
		para que entiendan
	
		de una puta vez
	
		lo que es desangrarse por dentro
	
		y hacer de tripas corazón
	
		y callártelo por miedo.
	¡No existen los miedos!
Mírate frente al espejo
		observa todo lo que escondes al mundo
	
		hazlo valor y déja(te)- lo tras la puerta.
	
		Luego vete.
	
		Vuelve al cabo de un rato y llama.
	Ábrete todas las puertas de par en par,
		todas las ventanas,
	
		deja que entre la vida
	
		a besarte con ganas,
	
		encuéntrate a ti misma
	
		y abrázate.
	Perdónate por todas esas veces en las que te llegaste tarde
		o que ni siquiera apareciste.
	
		Y quiérete como si nunca en la vida
	
		hubieses conocido el dolor que deja el odio.
	Hoy te escribo a ti
		que vas a descubrir que el mundo es solo para ti
	
		mujer,
	
		y que nadie,
	
		nunca
	
		nadie,
	
		puede hacerte daño.
		
-- Estrella Rando Sayago
-- Estrella Rando Sayago
