Author

Tshegofatso Senne

Imagen de Zine-ing a Feminist Internet.

 

El colectivo ‘No Sweetness Here’ (Nada de dulzura por aquí) creador de Zine-ing se formalizó gracias a los subsidios de AWC-TBTT (Dominemos la tecnología!). El colectivo está compuesto por Youlendree Appasamy y Wairimu Muriithi. Wairimu es lectora, escritora, editora y curadora feminista de cosas guay/fantásticas, y sus áreas de investigación y escritura incluyen el crimen y la criminalidad, la producción cultural queer, la libertad de expresión y el trabajo de cuidado en la construcción de movimientos. Tuvimos la suerte de poder hablar con la mitad del colectivo, Youlendree, una escritora y editora freelance que trabaja sobre todo en el espacio mediático de Sudáfrica. Es una de las primeras escritoras premiadas de Africa es un país y forma parte de un colectivo de arte sudafricano llamado Colectivo Kutti. También hace bijutería de cuentas que vende en línea y se presenta como una “feminista libre y radical que trabaja en los medios y los espacios de arte”. 

Youlendree y Wairimu hicieron un registro creativo del encuentro organizado en 2019 por el Programa de derechos de las mujeres de APC Making a Feminist Internet: Africa (Hacer una internet feminista: Africa). Crearon una revista digital (e-zine) y cuando solicitaron el subsidio fue para ampliar y extender tanto la metodología utilizada, como la temática. Les parecía que había elementos de feministing que no habían sido cubiertos en la primera revista digital y querían explorar ese asunto más en profundidad en la última e-zine. La primera edición fue un experimento de cómo informar creativamente sobre un evento, incluyendo perfiles de feministas, y se publicó al inicio de la pandemia. Esta segunda edición fue una continuación: 

Un archivo en movimiento — en esta edición, centramos el proceso de pensamiento en modelos de cuidado y reparación. Como artistas e investigadoras, el archivo siempre fue una práctica importante para nosotras, especialmente radicalizada por las muchas instancias en las que no pudimos encontrar las historias que necesitamos y deseamos donde se nos enseñó a buscar. La comunidad a la que solemos acudir – sobre todo en este período de pandemia global y sus concomitantes medidas de confinamiento – consiste en la gente que conocemos en línea y/o fuera de línea que se dedica al mismo tipo de labor intelectual y creativa. Sabemos que siempre hay más – tanto más – para decir y hacer en relación a nuestra vida y post vida en la intersección de los feminismos africanos, la construcción de movimientos y la tecnología accesible e inaccesible, y queríamos ver a qué puerto podían llevarnos unas conversaciones más extensas cuando nos dirigimos hacia nuestros puntos ciegos políticos y hacia nuestras vulnerabilidades con cuidado colectivo. 

Hubo tres áreas focales para este proyecto llamado Zine-ing a Feminist Internet (Revist-ando una internet feminista). La primera de esas áreas focales fue la narración colaborativa de historias utilizando 10 Círculos de aprendizaje feminista para cocrear junto con colaboradoras de la revista digital. Luego, pasaron a una tecnología básica de diseño gráfico, aprendieron sobre un software de creación de revistas como Scribus y Canva, y también principios básicos de diseño gráfico desde un marco de justicia social. Uno de los talleres fue facilitado por Tiger Maramela, una artista independiente y consultora de proyectos, y lo principal fue el collage digital. La tercera de las áreas focales fue la curaduría y publicación de contenidos escritos y visuales, y eso se logró en un proceso de cocuraduría. 

El proyecto terminado, “Making a Feminist Internet: Africa and Its Afterlives’ (Hacer una internet feminista: Africa y sus post vidas) se publicó en el Internet Archive e Issuu el 23 de octubre de 2020. Fue un proyecto profundamente enraizado en la comunidad, dedicado a asegurar que los relatos de comunidades que suelen quedar silenciados, pasen a ser visibles. Fue un espacio de trabajo informal en el que se priorizó la amistad, se le dio importancia a la seguridad y al cuidado colectivo. Lo que el colectivo quería asegurar era un proceso que documentara su existencia, su trabajo y sus deseos, tanto para sí mismas, como para las personas en el futuro. Para ellas, vivir una política feminista significa siempre tratar de saber más, hacer mejor las cosas y buscar activamente maneras creativas de hacer realidad esas intenciones. 

Una de las cosas de las que el colectivo está muy orgulloso es que este trabajo logró reunir una nueva comunidad: todas las personas que colaboraron se dedican a realizar trabajo feminista en su propia geografía y área de activismo. El colectivo elogió el grado de compromiso con el proyecto y la afinidad entre las colaboradoras. 

Además, Youlendree dijo que ver cómo todo empezaba a funcionar, diseñar cada página teniendo en cuenta los apuntes de las cocreadoras y luego compartir el resultado con todo el mundo fue fantástico. En lo personal, Youlendree y Wairimu aprendieron a realizar diseños accesibles. Se basaron en principios de diseño gráfico de justicia social e inventaron una forma de incorporar el alt-text, el etiquetado pdf y más a la revista digital.  

Uno de los desafíos, aparte de la dificultad de coordinar zonas horarias, compromisos de trabajo y ataques de cansancio, fue la pandemia mundial. Llevar a cabo este trabajo en plena pandemia implicó ofrecer alternativas tecnológicas y aprovecharlas de la mejor manera posible. También tenían conciencia de la necesidad de cuidar su salud mental y la de las personas con quienes estaban cocreando, y eso significó que las fechas de entrega fueron cambiando. Sin embargo, también hubo un lado positivo. Las participantes lo notaron porque debido al confinamiento en Sudáfrica, estaban trabajando desde casa y pudieron participar de las sesiones de elaboración de la revista, lo que habría sido más difícil sin la pandemia. 

Como artistas e investigadoras, la práctica de archivo es importante para ellas y más aún porque hubo muchas instancias en las que no pudieron encontrar las historias que necesitan y desean. El resultado fue que se fortalecieron las voces y las comunidades de todas las mujeres quedaron más conectadas para poder desafiar las normas, los valores y las estructuras de poder y luchar así contra la violencia perpetrada contra ellas. El otro resultado es que todas las mujeres pueden aprovechar la libertad y la oportunidad de acceder y afirmar su derecho a los espacios y los recursos públicos. 

Algunos de los temas cubiertos en la revista fueron: 

  • Ecologías feministas de internet, ampliando y construyendo alianzas entre los movimientos.
  • La geoda de Ann Holland para los chats de sexo, cubriendo el consentimiento, los anticonceptivos, la autonomía del cuerpo y el sexo. 
  • Estudios de caso sobre como hacer una internet feminista. 
  • Un Manual para tener acceso a atención de salud mental escrito por Nyambura ‘Mike’ Mutanyi.
  • Una conversación sobre el significado de la libertad con Makgosi Letimile, escritora, activista por los derechos de las personas con capacidades diferentes y revisora de juguetes sexuales. 
  • Hablan las trabajadoras sexuales, y Nosipho y Vidima hablan sobre espacios creativos para las trabajadoras sexuales de la calle, el trabajo sexual durante una pandemia y la seguridad en línea. 
  • Ver nuestro cuerpo de diversas formas y los sentimientos que genera. 
  • Un ensayo fotográfico que cuestionaba la ansiedad, el placer y el capitalismo. 

Youlendree cree que el trabajo que realizan beneficia a la comunidad pero considera que es difícil de medir. En general, creen que las revistas digitales han ayudado a las feministas africanas en internet. El trabajo en sus revistas digitales se dirige a personas que se encuentran en puntos muy diversos en su trayecto feminista – ya sea una madre que se pregunta cómo hablarle a sus hijos e hijas de sexo, o una adolecente que navega la cuestión de ser queer en internet, o una filántropa feminista. 

El colectivo cree que parte del trabajo de generar poder consiste en escucharse entre sí, y esa fue una de las primeras cosas que hicieron. Ruth, una ecofeminista, las instó repetidamente a analizar las fuentes de los equipos que se necesitan para la tecnología que utilizan (incluso la tecnología que hizo posibles estas conversaciones) a través de la pregunta:

de quién es esta internet feminista, si su creación y su proliferación exigen la explotación simultánea de personas, de su trabajo y sus tierras? 

Les pareció que esta pregunta se aplica a la vida de todo el mundo. Cada una de las personas que colaboró en este proyecto compartió su perspectiva sobre el acceso a los espacios y los recursos públicos, que se ve gravemente limitado por experiencias pasadas, presentes y probablemente futuras de violencia de género. 

Hablamos sobre los diferentes factores que se necesitan para garantizar nuestra seguridad y la de nuestras comunidades y movimientos, y la imaginación y la justicia sanadora que son claves para reunir todas nuestros esfuerzos y dirigirlos hacia un objetivo común de libertad. 

Esta revista digital es un ejercicio de archivo, creatividad y consolidación del lugar de quienes están marginadas en el centro. Es una afirmación del lugar desde el que contamos nuestra historia y le permitimos hacer lo mismo a otras personas que tal vez no tengan las plataformas, las capacidades y la confianza para participar en la creación del collage de la historia sobre el momento en el que vivimos.