¿Cuántas contraseñas tienes? ¿Cuántas veces te solicitan una contraseña al utilizar diferentes espacios en internet: desde el correo electrónico hasta las redes sociales y todas esas herramientas “geniales” a las que te has registrado basadas en internet? Nos imaginamos que te la preguntan muchas veces. Y esperamos que tu navegador no sepa la respuesta. Si no, probablemente sea porque tu navegador ya conoce tu contraseña. Y también cualquiera que use tu computadora.

Nuestro uso de los servicios en línea y el requisito de “login” (contraseña de acceso) se ha vuelto automático en muchos niveles. También el hecho de que nuestra información sólo sea accesible a través de contraseñas nos da automáticamente una sensación de seguridad. Pero, como toda mujer que haya pasado por una experiencia de acoso cibernético probablemente pueda decirte, esa sensación es falsa. A menudo, esto se debe a que manejamos mal nuestras contraseñas. Pero también porque adivinar contraseñas es automático – de hecho, existen en internet cientos de programas que descifran contraseñas.

Si tan sólo nos detuviéramos a pensar sobre la información que se supone que las contraseñas protegen, nos tomaríamos el asunto un poco más en serio. No son sólo nuestra privacidad y seguridad las que están en riesgo, sino las de todas las personas con las que tenemos contacto, incluyendo a nuestros/as compañeros/as activistas y las mujeres que nuestras organizaciones apoyan. Una contraseña violada es el primer paso para que se filtre información privada, lo que podría perjudicarte o a personas que son importantes para ti. Las defensoras de los derechos humanos de las mujeres destacan el hackeo de las cuentas de las redes sociales y del correo electrónico como una preocupación constante para la seguridad digital. Las comunicaciones se ponen en riesgo, los contactos privados se infiltran o incluso se hacen públicos, las organizaciones pueden desacreditarse.

A muchos/as de nosotros/as se nos pide canjear privacidad por confianza, sea en las relaciones personales o incluso para acceder a servicios en línea. Podemos pensar que no tenemos “nada que ocultar” o no darnos cuenta de que nuestra confianza en alguien puede cambiar con el tiempo. En las relaciones personales, la privacidad es una parte importante del respeto y la confianza y nunca deberíamos sentirnos en la obligación de compartir nuestras contraseñas para demostrar nuestra confianza en alguien o esperar que otras personas lo hagan con nosotros/as. Al tomarnos tiempo para crear un espacio seguro y protegido, en realidad estamos respetándonos a nosotros/as mismos/as, a nuestras familias, amistades y colegas.

¿Cuál es tu práctica en torno a las contraseñas?

Es común utilizar la misma contraseña – o con alguna variante – una y otra vez. Después de todo, es difícil ser una persona creativa y pensar en una nueva contraseña cuando te enfrentas al formulario de inscripción de un nuevo servicio. Empezamos a hacer cosas como anotarlas en cualquier lado, usamos términos secretos como “letmein” (“dejamentrar”, la octava contraseña más popular según un estudio de 2011) o las guardamos en un archivo en nuestra computadora o teléfono celular y le ponemos de nombre algo inteligente como “contraseñas” o “logins”, o las escribimos en un cartelito pegado al lado de la computadora. Con frecuencia compartimos nuestras contraseñas con amistades y parejas o elegimos contraseñas fáciles de adivinar o que incluso se conocen públicamente, como por ejemplo el nombre de nuestras parejas, de familiares y mascotas o las fechas de sus cumpleaños.

Una vez que los/as hackers descubren una de tus contraseñas, inmediatamente tratarán de acceder a otros espacios que utilizas en línea. Y si siempre usas la misma contraseña serás muy vulnerable a otros ataques. Por lo general, sólo tenemos cuidado con las contraseñas de uno o dos sitios, como el sitio de nuestro banco y no nos damos cuenta de que la información que dejamos vulnerable a los ataques en otros espacios menos importantes, por ejemplo, cuando exploramos alguna nueva herramienta en línea, le dará claves a los/as hackers para adivinar nuestras otras contraseñas. Por eso es importante no sólo tener diferentes contraseñas para diferentes espacios, sino también diferente información de acceso para los correspondientes correos electrónicos. (Para más información sobre los programas de hackeo, visita Contraseñas)

Mantén tu información segura. ¡Protege tus contraseñas!

1) Evalúa

  • ¿Es segura tu contraseña? Piensa en tu propia práctica de contraseñas y en la información que tus contraseñas protegen.
  • ¿Qué información está protegida con contraseña? (tu computadora, correo electrónico, contactos, fotos, chats) ¿Estarías tú o tus contactos en riesgo si alguien lograra acceder a tu información?
  • ¿En cuántos lugares usas la misma contraseña? Si la respuesta es dos o más, no es seguro.
  • ¿Cuándo fue la última vez que cambiaste tus contraseñas?
  • ¿Cuántas personas conocen tus contraseñas?

Echa un vistazo a esta lista de contraseñas populares. ¿Encontraste la tuya en la lista?

Prueba con una contraseña de muestra para ver cuánto tiempo le lleva a un programa de descifrado adivinarla. (Nota: estos sitios aseguran que respetan tu privacidad pero por las dudas no uses una contraseña real).

¿Te sientes seguro/a? No te confíes. Las velocidades de procesamiento de las computadoras comunes se han disparado para dar cabida a los juegos y otras demandas y una contraseña que sólo podía violarse luego de varios meses de ataque persistente el año pasado, ahora puede ser violada en días o incluso en horas.

2) Piensa en una frase de acceso seguro en lugar de una contraseña

  • Las frases de acceso son más fáciles de recordar y nos pueden ayudar a interconectar asociaciones importantes que sólo nosotros/as conocemos. En general, las frases son mucho más largas que las contraseñas, lo que las hace más difíciles de descifrar.
  • No utilices palabras de diccionario o nombres propios. Como mencionamos anteriormente, hay algunos programas de hackeo de contraseñas que examinan todas las palabras de los diccionarios y en diferentes idiomas, por lo que sustituir palabras de un idioma con otro no es infalible.
  • No utilices información que pueda asociarse fácilmente contigo: cumpleaños, nombres de familiares, etc.
  • Crea contraseñas complejas que incluyan caracteres, mayúsculas y minúsculas, números y signos de puntuación. Si el servicio lo permite, utiliza también espacios entre caracteres.
  • Y cuanto más larga sea, mejor. Por lo menos 10, 12 y hasta 20 caracteres.
  • También puedes crear contraseñas complejas y largas que sean fáciles de recordar a partir de frases de acceso que sólo tengan sentido para ti. Visita nuestra sección Cuidarse donde encontrarás más estrategias e ideas para construir mejores contraseñas y más información sobre los riesgos relacionados con ellas.
  • Cada mes te divertirás pensando en frases interesantes y a la vez modifica tu contraseña.

3) Cambia

  • Tómate unos minutos ahora mismo para mejorar al menos tres de tus contraseñas y hacerlas más seguras.
  • Piensa en cuáles vas a cambiar a continuación y plantéate usar un administrador de contraseñas cifradas que te ayude a recordarlas todas.
  • Si todavía no has protegido tu computadora con una contraseña, ¡hazlo ya mismo!

4) Difunde esto pero no divulgues tu contraseña

Comenta con otras personas la importancia de tener buenas prácticas y contraseñas seguras en Twitter y Facebook.
Tuitea #dominemoslastic y #16dias con tus - anteriores - malas prácticas y peor #contrasena - ¡pero primero cámbiala por otra!

Así como insistimos sobre las mejores prácticas en nuestro activismo, necesitamos también desarrollar buenas prácticas para mantener segura la información contenida en nuestras computadoras y para aumentar nuestra propia protección en línea. ¡Protege tu contraseña!